
Estudios científicos
Optimal dietary patterns for healthy aging.
Abstract:
As the global population ages, it is critical to identify diets that, beyond preventing noncommunicable diseases, optimally promote healthy aging. Here, using longitudinal questionnaire data from the Nurses’ Health Study (1986-2016) and the Health Professionals Follow-Up Study (1986-2016), we examined the association of long-term adherence to eight dietary patterns and ultraprocessed food consumption with healthy aging, as assessed according to measures of cognitive, physical and mental health, as well as living to 70 years of age free of chronic diseases. After up to 30 years of follow-up, 9,771 (9.3%) of 105,015 participants (66% women, mean age = 53 years (s.d. = 8)) achieved healthy aging. For each dietary pattern, higher adherence was associated with greater odds of healthy aging and its domains. The odds ratios for the highest quintile versus the lowest ranged from 1.45 (95% confidence interval (CI) = 1.35-1.57; healthful plant-based diet) to 1.86 (95% CI = 1.71-2.01; Alternative Healthy Eating Index). When the age threshold for healthy aging was shifted to 75 years, the Alternative Healthy Eating Index diet showed the strongest association with healthy aging, with an odds ratio of 2.24 (95% CI = 2.01-2.50). Higher intakes of fruits, vegetables, whole grains, unsaturated fats, nuts, legumes and low-fat dairy products were linked to greater odds of healthy aging, whereas higher intakes of trans fats, sodium, sugary beverages and red or processed meats (or both) were inversely associated. Our findings suggest that dietary patterns rich in plant-based foods, with moderate inclusion of healthy animal-based foods, may enhance overall healthy aging, guiding future dietary guidelines.
Comentarios divulgativos:
Este trabajo examina la asociación entre la adherencia a ocho patrones alimentarios saludables diferentes y el envejecimiento saludable en dos cohortes de adultos estadounidenses [105.015 participantes (66% mujeres, edad media = 53 años], después de un seguimiento de 30 años. Los resultados indicaron que en la población estadounidense una mayor adherencia a largo plazo a una dieta saludable durante la mediana edad; abundante en alimentos de origen vegetal (frutas, verduras, granos integrales, nueces y legumbres) y grasas insaturadas, y con una presencia moderada de lácteos y baja en grasas trans, sodio y carnes rojas y procesadas, se asociaba con una mayor probabilidad de envejecer de forma saludable; libres de enfermedades crónicas y manteniendo la salud física y mental. El Índice de Alimentación Saludable Alternativa (AHEI) fue el patrón alimentario que se asoció con un mejor pronóstico.
Más concretamente este estudio evaluó el patrón alimentario de los participantes de los estudios Nurses’ Health Study (1986-2016) y del Health Professionals Follow-Up Study (1986-2016) y su salud física y mental, la esperanza de vida hasta los 70 años sin enfermedades crónicas y la adherencia a largo plazo a los siguientes patrones alimentarios: Índice de Alimentación Saludable Alternativa (AHEI), el Índice Mediterráneo Alternativo (aMED), los Enfoques Dietéticos para Detener la Hipertensión (DASH), la Intervención Mediterránea-DASH para el Retraso Neurodegenerativo (MIND), la dieta saludable basada en plantas (hPDI), el Índice de Dieta de Salud Planetaria (PHDI), el patrón dietético empíricamente inflamatorio (EDIP), el índice dietético empírico para el consumo de hiperinsulinemia (EDIH) y el consumo de alimentos ultraprocesados (UPF). El estudio también analizó cómo afectaba a los resultados el sexo, la etnia, el estatus socioeconómico, determinados factores de estilo de vida y como contribuían a los resultados observados alimentos y nutrientes concretos.
En general, una mayor adherencia a los ocho patrones dietéticos saludables durante la mediana edad se asoció con mayores probabilidades de envejecer saludablemente después de un seguimiento de 30 años. Las asociaciones fueron independientes de otros factores del estilo de vida, como el nivel de actividad física, el tabaquismo y el IMC. En cuanto a los alimentos concretos: una mayor ingesta de frutas, verduras, cereales integrales, grasas insaturadas, frutos secos, legumbres y productos lácteos bajos en grasa se vinculó con mayores probabilidades de un envejecimiento saludable, mientras que una mayor ingesta de grasas trans, sodio, bebidas azucaradas y carnes rojas o procesadas (o ambas) se asoció inversamente.
En el caso del consumo moderado de vino se observó una asociación protectora estadísticamente significativa para el: envejecimiento saludable, estar libre de enfermedades crónicas, esperanza de vida hasta los 70 años, y con una función cognitiva, mental y física intacta.
Potenciales fortalezas y limitaciones del estudio: incluye un gran número de participantes, seguimiento prolongado de 30 años. Posible presencia de variables de confusión no controladas, datos autoinformados por los participantes, no es posible establecer conclusiones de tipo causa-efecto.