Estudios científicos

Grape juice or wine: which is the best option?

Abstract:

Grapes used in the wine or juice production are mainly Vitis vinifera and Vitis labrusca and possess high amounts of polyphenolic compounds. These compounds are associated with the reduction of the inflammatory processes, oxidative stress, and protection against cardiovascular diseases. The industrial processes used for juice and wine production may interfere with the antioxidant composition of these products and the effects on human health. The aim of this review is to compare the effects of the consumption of wine or grape juice on cardiovascular risk factors. We used PRISMA guidelines and Medline/PUBMED and EMBASE to perform our search. The main effects of red wine and grape juice in humans were a reduction of body mass index, waist circumference, glycemia, plasma lipid peroxidation, total cholesterol, LDL-c, triglycerides, blood pressure, and homocysteine levels. Both wine and grape juice possess numerous bioactive compounds that are potentially responsible for many beneficial effects on human health. Nevertheless, there is a need for more double-blind, randomized controlled studies comparing the effects of juice and wine consumption without the biases that occur when comparisons are made with different populations, ages, doses, and different types of wine or juice.

Comentarios divulgativos:

Las uvas pueden utilizarse para la elaboración de zumos o vino, principalmente a partir de las especies Vitis vinifera (uva Europea) y Vitis labrusca (uva Americana). En su composición las uvas presentan cantidades relativamente elevadas de compuestos fenólicos, los cuales se han relacionado con numerosos efectos beneficiosos para la salud (antinflamatorios, antioxidantes, reducción de la oxidación de colesterol LDL, de la agregación plaquetaria), especialmente en el caso de la salud cardiovascular, la principal causa de muerte a nivel mundial. Existen numerosos factores que influyen en la composición y propiedades de las uvas, como la variedad y la forma de cultivo, entre otros. El proceso de elaboración al que se someten las uvas también tiene un efecto importante en sus propiedades, y en los compuestos polifenólicos que contienen tanto el zumo como el vino. De manera que el objetivo de este estudio es comparar el efecto en la salud cardiovascular del vino y el zumo de uva.
Los autores revisaron los estudios científicos, observacionales y de intervención, realizados en humanos, publicados desde el 2009 hasta octubre de 2019. Finalmente incorporaron en la comparación 9 estudios que evaluaban el efecto del consumo de zumo de uva y 14 estudios que analizaban el efecto del vino.
La composición en polifenoles del vino es más compleja que la del zumo, probablemente debido a su proceso de elaboración. El vino se produce a partir de la fermentación alcohólica del zumo de uvas frescas y maduras. En su composición encontramos azúcares, alcoholes, ácidos orgánicos, minerales, fibras solubles, vitaminas y minerales. Además de compuestos polifenólicos, entre los que destacan el ácido caféico, gálico, p-cumárico, estilbenos (trans-resveratrol) y flavonoides (quercetina, rutina, miricetina, catequinas, epicatequinas). El vino tinto tiene una mayor concentración en compuestos fenólicos que el vino blanco. El resveratrol ha sido el más estudiado hasta el momento, debido a los efectos protectores observados en estudios, in vitro e in vivo. Por el contrario, el zumo de uva, no se fermenta, pero se somete a tratamientos que permiten aumentar su estabilidad y tiempo de conservación. Los polifenoles más abundantes en el zumo de uva son los compuestos fenólicos, como las antocianinas. Los zumos de cultivo convencional se asocian con un menor contenido en compuestos fenólicos (antocianinas), que los de cultivo orgánico.
De acuerdo a estudios experimentales, el potencial antioxidante del vino duplicaba al del zumo de uva. El vino tiene un contenido tres veces mayor de antocianinas que el zumo. Aunque diversos estudios observan un efecto antioxidante similar. Esto podría estar relacionado con la forma química en que se encuentran los compuestos, en el zumo hay un mayor contenido de compuestos fenólicos glicosilados, que son más fácilmente absorbibles que las agliconas, sin embargo, paralelamente, el contenido en alcohol del vino evita que los compuestos fenólicos precipiten, lo que favorece su absorción.
La capacidad antioxidante, tanto del vino como del zumo de uva se ha relacionado con una menor oxidación de los lípidos que forman la bicapa lipídica de la membrana celular, también en el caso del consumo de zumo de uva. El resveratrol puede permanecer en los eritrocitos, glóbulos rojos, activando la defensa antioxidante celular. Asimismo, otros compuestos polifenólicos son capaces de ceder protones, favoreciendo el funcionamiento del sistema redox celular.
Por otro lado, estudios realizados en animales alimentados con una dieta rica en grasas y zumo de uva o vino tinto han demostrado su capacidad hipolipemiante, al reducir los niveles de colesterol total sanguíneo, y para inhibir el proceso de aterosclerosis, el estrechamiento de los vasos sanguíneos debido al acúmulo de grasas en los vasos sanguíneos. El zumo tuvo un efecto superior al del vino. Y estudios que comparaban el efecto del vino tinto y el vino tinto desalcoholizado, ambos tenían efectos similares.
En la composición del zumo de uva y el vino también hay cantidades relevantes de azúcares, principalmente en forma de glucosa y fructosa, pero este contenido no parece traducirse en mayores niveles de glucosa en sangre o insulina, probablemente debido al efecto de los polifenoles. El resveratrol se ha relacionado con una menor glucemia en ayunas y mejor tolerancia a la glucosa. Además, un consumo moderado se ha asociado con mejoras de la sensibilidad a la insulina. En un estudio de intervención donde 36 mujeres postmenopáusicas consumían 250 mL de vino blanco o zumo durante 6 semanas, se observó que en comparación con el consumo de zumo, el vino reducía los niveles de insulina en ayunas, de triglicéridos, los niveles de colesterol LDL y aumentaba los niveles de colesterol HDL y de adiponectina, es decir, cambios relacionados con un menor riesgo cardiovascular y de diabetes tipo 2. En animales el consumo de vino y zumo de uva también se ha relacionado con una menor agregación plaquetaria.
En general, los estudios analizados por los investigadores mostraban que tanto el zumo como el vino se asociaban con una reducción del perímetro de cintura, parámetro estrechamente relacionado con el riesgo cardiovascular, con menores niveles de colesterol LDL e insulina en sangre, con presiones arteriales más bajas y con un incremento de la concentración de colesterol HDL y una mayor capacidad antioxidante. Además, algunos estudios también relacionaron el consumo de zumo de uva con un menor índice de masa corporal (IMC), con menor glucemia, menores niveles de oxidación lipídica, de colesterol total y de homocisteína en sangre, con un incremento de la apolipoproteína B. Y tras la ingesta de una dieta rica en grasas, con un aumento de los niveles de vitamina E, apolipoproteína A1 y A2, de selectina, adiponectina y menores niveles de proteína C reactiva, peróxidos y triglicéridos. Estos cambios se relacionan con una mejora del perfil metabólico. El vino se asoció con mayores niveles de triglicéridos sanguíneos, que los abstemios.
En general, los estudios científicos realizados hasta el momento que han evaluado el efecto en la salud del vino y el zumo de uva son bastante heterogéneos, es decir, incluyen poblaciones muy diversas, de diferentes edades, las dosis de consumo evaluadas son variables, así como las características de las bebidas, por lo que no se puede descartar la presencia de sesgos que no hayan sido considerados. Sería de interés realizar estudios de intervención más homogéneos que permitan realizar una comparación de mayor calidad. No obstante, los resultados son en su mayoría positivos, un consumo moderado de zumo de uva y vino tinto parece tener efectos positivos en la salud, relacionados con su contenido en compuestos polifenólicos.