Estudios científicos

Mediterranean diet: The role of long-chain ω-3 fatty acids in fish; polyphenols in fruits, vegetables, cereals, coffee, tea, cacao and wine; probiotics and vitamins in prevention of stroke, age-related cognitive decline, and Alzheimer disease

Abstract:

The mechanisms of action of the dietary components of the Mediterranean diet are reviewed in prevention of cardiovascular disease, stroke, age-associated cognitive decline and Alzheimer disease. A companion article provides a comprehensive review of extra-virgin olive oil. The benefits of consumption of long-chain ω-3 fatty acids are described. Fresh fish provides eicosapentaenoic acid while α-linolenic acid is found in canola and soybean oils, purslane and nuts. These ω-3 fatty acids interact metabolically with ω-6 fatty acids mainly linoleic acid from corn oil, sunflower oil and peanut oil. Diets rich in ω-6 fatty acids inhibit the formation of healthier ω-3 fatty acids. The deleterious effects on lipid metabolism of excessive intake of carbohydrates, in particular high-fructose corn syrup and artificial sweeteners, are explained. The critical role of the ω-3 fatty acid docosahexaenoic acid in the developing and aging brain and in Alzheimer disease is addressed. Nutritional epidemiology studies, prospective population-based surveys, and clinical trials confirm the salutary effects of fish consumption on prevention of coronary artery disease, stroke and dementia. Recent recommendations on fish consumption by pregnant women and potential mercury toxicity are reviewed. The polyphenols and flavonoids of plant origin play a critical role in the Mediterranean diet, because of their antioxidant and anti-inflammatory properties of benefit in type-2 diabetes mellitus, cardiovascular disease, stroke and cancer prevention. Polyphenols from fruits and vegetables modulate tau hyperphosphorylation and beta amyloid aggregation in animal models of Alzheimer disease. From the public health viewpoint worldwide the daily consumption of fruits and vegetables has become the main tool for prevention of cardiovascular disease and stroke. We review the important dietary role of cereal grains in prevention of coronary disease and stroke. Polyphenols from grapes, wine and alcoholic beverages are discussed, in particular their effects on coagulation. The mechanisms of action of probiotics and vitamins are also included.

Comentarios divulgativos:

En este artículo los autores repasan la evidencia científica disponible sobre el efecto de la Dieta Mediterránea en la salud, centrándose principalmente en el efecto preventivo que sus componentes poseen frente a las enfermedades cardiovasculares, ictus, enfermedades cognitivas asociadas a la edad y la enfermedad de Alzheimer.
Los autores abordan de forma detallada los siguientes aspectos. La riqueza en ácidos grasos omega-3 de cadena larga de la Dieta Mediterránea, procedentes del pescado fresco, el aceite de colza, de soja y de frutos secos, como las almendras y las nueces, los cuales han relacionado efectos beneficiosos a nivel cardiovascular, tienen un papel relevante en el desarrollo cerebral y se han asociado con mejoras en la enfermedad de Alzheimer y en la prevención de la demencia. Por otro lado, la presencia de alimentos de origen vegetal, como cereales, frutas y verduras, de aceite de oliva virgen extra, y de bebidas como el té, el café y el vino, o el chocolate hacen que la Dieta Mediterránea sea rica en polifenoles. Compuestos que se han relacionado con numerosas propiedades bioactivas de interés, en relación a la enfermedad cardiovascular, el ictus, la enfermedad de Alzheimer y en el envejecimiento. Los autores también abordan las propiedades probióticas derivadas de la presencia de alimentos fermentados como el yogur y las leches fermentadas, y otras propiedades de la Dieta Mediterránea asociada a la presencia de nutrientes y compuestos bioactivos como la fibra, los fitoesteroles, el ácido fólico y compuestos antioxidantes.
En este artículo autores dedican un amplio apartado a comentar el papel del vino en la Dieta Mediterránea. Así como a repasar la evidencia científica disponible en relación al consumo moderado de vino y su relación con la salud.

Durante el proceso de fermentación de la uva, las levaduras S. cerevisae transforman los azúcares en etanol y dióxido de carbono entre otros compuestos, dando lugar a una matriz alimentaria formada por más de 500 compuestos, muchos de ellos ésteres. En la composición del vino destacan los polifenoles, flavonoides (ver imagen) y no flavonoides (taninos, ácidos fenólicos de bajo peso molecular, estilbenos como el resveratrol, entre otros). El consumo moderado de vino, se ha relacionado con la prevención de enfermedades cardiovasculares, se relaciona con un incremento en los niveles de colesterol HDL y mejoras en la coagulación y agregación plaquetaria. Estos efectos se han asociado con su contenido en alcohol y con su composición en polifenoles con propiedades antioxidantes.
En relación a las enfermedades cardiovasculares, han sido desarrollados numerosos estudios observacionales que vinculan el consumo moderado de vino tinto con una mejor salud cardiovascular. Paralelamente, hay estudios que relacionan un consumo moderado de vino tinto y un menor riesgo de ictus isquémico en mayores, no obstante, se han publicado resultados que apuntan a factores genéticos (ApoEe4) como posibles mediadores de la interacción nutrigenética, negativa. En cuanto a la salud cognitiva, un consumo moderado de vino se ha vinculado con un menor riesgo de la enfermedad de Alzheimer y demencia. Este efecto parece estar asociado a su contenido en polifenoles.