La ciencia estudia por qué el vino podría tener beneficios para la salud
31 de diciembre de 2021
Según estudios científicos, el consumo moderado de vino en el contexto de una alimentación saludable puede provocar un incremento de su poder antioxidante y regulador.
Desde hace años, la dieta mediterránea está considerada como una de las más saludables del mundo. De hecho, en su informe de mayo de 2018, la Organización Mundial de la Salud (OMS) señalaba que, gracias a sus efectos en la prevención de diversas enfermedades, está directamente asociada con una menor tasa de mortalidad. Además, es imposible entender nuestra civilización sin tener en cuenta que esta dieta mediterránea supone una esencia de nuestra cultura y de nuestra historia. No en vano, la Unesco la declaró Patrimonio Inmaterial de la Humanidad en 2010, por entender que “no solo comprende la alimentación: la dieta mediterránea es un elemento cultural que propicia la interacción social”.
Entre los diferentes alimentos que forman parte de esta dieta milenaria se encuentra la denominada ‘triada’, es decir, aceite de oliva, trigo y vino. Este último se ha convertido en un elemento icónico de encuentros y celebraciones, formando parte, durante siglos, de nuestra alimentación. Además, los viñedos han contribuido a modelar nuestros paisajes, nuestro estilo y modo de vida.
Relación con una mayor longevidad
“Son muchos los estudios que han demostrado, con muy alto nivel de evidencia científica, que la población que sigue esta dieta tiene una menor incidencia de enfermedades cardiovasculares, diabetes, hipertensión arterial, obesidad, enfermedades neurodegenerativas e incluso determinados tipos de cáncer”, explica el profesor Ramón Estruch, coordinador científico del estudio Predimed (1) (PREvención con DIeta MEDiterránea) y portavoz del comité científico de la Fundación para la Investigación del Vino y la Nutrición (FIVIN).
Según explica el experto, «el vino es el responsable del 20% de los efectos saludables de la dieta mediterránea por sus sinergismos con otros alimentos claves de este modelo de alimentación y estilo de vida (2)«, y añade que «la mayor longevidad que presentan los bebedores moderados de vino se asocia tanto a su bajo contenido en alcohol como a su riqueza en polifenoles, como el resveratrol entre otros».
‘Efecto matriz’ del vino
Todos los trabajos que hablan sobre las virtudes del vino en el contexto de la salud y de la dieta mediterránea lo hacen aludiendo a la moderación. En este sentido, hay que señalar la importancia del patrón de consumo, ya que el efecto es muy diferente si el consumo es moderado y diario (por ejemplo, una copa al día), que cuando se realiza este mismo consumo en uno o dos días (por ejemplo, siete copas el fin de semana). Este hecho explicaría muchas discrepancias entre los estudios realizados en países anglosajones, en los que el consumo se hace fundamentalmente en fin de semana, con respecto a los que se hacen en los países mediterráneos, cuyo patrón de consumo suele ser más regular.
Por otro lado, el consumo de vino en el contexto de una alimentación saludable podría beneficiarse sustancialmente de un ‘efecto matriz’, en el que los efectos beneficiosos del vino se multiplican y los perjudiciales (si los hubiera) podrían amortiguarse, gracias a la presencia de muchos otros nutrientes con efectos saludables (como antioxidantes, fibra, ácidos grasos insaturados, folatos, etcétera). En este sentido, la dieta mediterránea es rica en compuestos antioxidantes y fibra (~25 g/día); aporta aproximadamente el 30% de la energía en forma de grasas, en su mayoría saludables, mono y poliinsaturadas (~24%); en torno al 15% en forma de proteínas; y el resto en forma de carbohidratos, que se obtienen preferentemente a partir de los cereales integrales, las frutas, verduras y las legumbres.
Por último, cabe destacar que, aunque numerosos estudios han demostrado los beneficios para la salud del consumo moderado de vino, la mayoría de los investigadores advierten de que ello no es suficiente motivo para que alguien que no bebe comience a hacerlo por motivos de salud. De hecho, la recomendación general de los científicos suele ser preventiva advirtiendo que los beneficios para la salud del vino en un estudio en particular no garantiza que los no bebedores o abstemios deban comenzar a disfrutar de una copa al día para mejorar su salud.