El consumo de alcohol y cáncer: qué no tienen en cuenta algunos estudios
16 de julio de 2021
Los medios de comunicación se han hecho eco del estudio “Global burden of cancer in 2020 attributable to alcohol consumption: a population-based study”, publicado recientemente en The Lancet Oncology.
La información que se está difundiendo es, que el consumo de alcohol, independientemente de las dosis, según los resultados del estudio, provoca una carga sustancial de casos de cáncer, más del 4% de los cánceres globales se deben a la ingesta de bebidas alcohólicas, y que no hay consumo seguro de alcohol.
El objetivo de este estudio fue estimar la carga de cáncer atribuible al alcohol en 2020, a través de un estudio epidemiológico basado en la población como unidad de estudio.
El estudio parte de la premisa de que el riesgo de desarrollar cáncer es el más bajo cuando una persona es abstemia de por vida. Mediante el método de fracción atribuible a la población (PAF) los autores estiman la proporción mundial de casos de cáncer diagnosticados en 2020 que podrían atribuirse al consumo de alcohol. También evalúan la influencia del nivel de consumo de alcohol, en los resultados: consumo moderado (<20 g/alcohol al día, el equivalente a hasta dos bebidas al día), consumo de riesgo (20- 60 g/alcohol al día, el equivalente a entre dos y seis bebidas al día) y consumo excesivo (>60 g/alcohol al día, el equivalente a más de seis bebidas al día). Y por cada incremento en 10 g en el consumo de alcohol diario.
Los resultados estimaron que, a nivel mundial, 741.300 o el 4,1% de los nuevos casos de cáncer diagnosticados en 2020 eran atribuibles al consumo de alcohol. Aproximadamente tres cuartas partes de los casos de cáncer atribuibles al alcohol afectaban a hombres, y los tipos de cáncer más frecuentemente relacionados con el alcohol eran el cáncer de esófago, hígado y mama (en las mujeres). Las regiones con menos casos de cáncer atribuibles al alcohol eran el norte de África y el oeste de Asia, y las regiones con más casos fueron el este de Asia y el este y centro de Europa.
En cuanto al nivel de consumo. El consumo excesivo >60 g/día se relacionaba con un 47% de los casos de cáncer atribuibles al alcohol y un consumo de riesgo de entre 20-60 g/día con el 39% de los casos, mientras que un consumo moderado (<20 g/día) se asociaba aproximadamente con el 14% de los casos.
Analizada la investigación con detalle, podemos afirmar que se trata de un estudio epidemiológico, observacional, donde la unidad de estudio es la población. Por lo tanto, está basado en estimaciones y no se conocen datos específicos sobre la relación entre el individuo, el factor de riesgo (ej. en este caso el alcohol) y la enfermedad (ej. los casos de cáncer). Este tipo de estudios son útiles en epidemiología para plantear hipótesis, pero no permiten inferir relaciones de causalidad.
El objetivo del estudio, no es confirmar si el consumo de alcohol incrementa el riesgo de desarrollar cáncer, sino cuantificar el número de casos de cáncer atribuibles al consumo de alcohol en 2020. Los autores parten de la premisa de que hay evidencia científica suficiente de que hay una relación causal entre el consumo de alcohol y un mayor riesgo de desarrollar varios tipo de cáncer: boca, faringe, faringe, esófago, colon, recto, hígado y mama (en las mujeres). De hecho, no todos los tipos de cáncer están representados en el artículo, como indican los autores, no incluyen en el análisis los casos de cáncer renal, ya que “el consumo de alcohol de hasta 30 g/día podría asociarse con un efecto protector”, tampoco se incluyen datos sobre la incidencia de cáncer de próstata. Varios estudios han indicado una asociación protectora entre su consumo bajo-moderado y un menor riesgo en su desarrollo.
Otro aspecto a señalar es que el estudio no tiene en cuenta variables importantes de confusión, que se sabe que pueden influir de forma significativa en los resultados finales del estudio: el hábito tabáquico, la obesidad, virus (como el de la hepatitis B o C) que pueden incrementar el riesgo de cáncer, el patrón de consumo (no analizan cuál es el impacto de un consumo tipo «de borrachera», consideran que la cantidad de alcohol total consumida es más relevante en el desarrollo del cáncer que el modo de consumo, tampoco se considera si el consumo se realiza junto con las comidas o no), no tienen en cuenta el patrón alimentario o la predisposición genética .
Los autores tampoco evalúan el número de casos de cáncer atribuibles al alcohol según el tipo de bebida consumida (vino, cerveza o destilados), al considerar que la evidencia disponible muestra poca o ninguna diferencia entre ellas, con lo cual, el posible menor riesgo del vino debido a sus componentes, y su papel en la dieta mediterránea, queda diluido en el conjunto del alcohol. Tampoco hay que olvidar, que el vino supone menos del 20% del consumo mundial de alcohol, por tanto, su impacto es menor que el de otros tipos de bebidas.
Dado que los autores asumen que el consumo de alcohol se asocia con un incremento del riesgo de cáncer de forma causal, y utilizan herramientas que incluye esta premisa, los resultados no podrían ser otros que indicar que el consumo de alcohol, incluido el consumo moderado (0,1-20 g/día) causa un incremento en el número de cánceres, pero menor que en el caso de consumir cantidades superiores de alcohol (20-60 g/día y >60 g/día), algo que ya había sido descrito. Aunque los autores sugieren que sus resultados muestran la importancia de llevar a cabo políticas para alertar sobre el riesgo para la salud del consumo de alcohol, es posible que estos resultados basados en estimaciones presenten importantes limitaciones a la hora de proponer recomendaciones en cuanto a la propuesta de políticas, especialmente cuando se trata de un consumo bajo-moderado, según las recomendaciones de bajo riesgo. No así, en el consumo excesivo que es claramente perjudicial para la salud.
Conclusión: La investigación cuenta con importantes limitaciones, no se tienen en cuenta variables importantes de confusión, que puede influir en los resultados finales del estudio, como son el tabaco, la obesidad, otros virus que pueden incrementar el riesgo de cáncer, el patrón de consumo, ni tampoco tienen en cuenta el papel de la dieta en los resultados, que puede ser clave. Además, 2020 es un año que ha comprometido la sanidad y esto es algo que ha podido repercutir en los diagnósticos de cáncer.
* El análisis y la valoración médico-científica ha sido realizada por la asesoría científica de la Fundación para la Investigación del Vino y la Nutrición-FIVIN.